Hola a tod@s mis lectores y lectoras! :D
Quería avisarles que el blog estará de vacaciones hasta enero, dado que yo me voy de vacaciones mañana por la madrugada.
Quiero que sepan que su apoyo durante este año 2009, desde febrero, que se creó el blog, hasta este día, ha sido realmente significativo para mí y que mis mejores momentos como escritora-no-profesional, los he tenido gracias a este blog y a todos ustedes.
Muchas gracias.
Les deseo una muy feliz navidad, y un próspero año nuevo.
Que Dios derrame miles y miles de bendiciones sobre todos ustedes.
De nuevo, gracias.
Y Adiós.
diciembre 22, 2009
diciembre 18, 2009
Conversión. Cap 8. Parte 2
Él lucía petrificado. Bueno, no podía esperar menos, realmente. Hacía prácticamente nada le dije que ni loca me iba con él y ahora le salía con eso.
Lucas clavó sus ojos directamente en los míos, como buscando respuestas. Su expresión era impenetrable. No daba señales de absolutamente ninguna emoción. Estaba sumido en lo que sea que estaba haciendo.
No pude mantener la mirada mucho más tiempo. Corté la conexión.
- No.
Mi expresión cambió drásticamente de desconcierto a sorpresa. ¿había dicho no?
- ¿no?-inquirí.
- Si.
- ¿si?
- No.
- ¡Lucas!
Imaginé que sería algún tipo de broma, pero no rió como siempre lo hace. No hizo nada.
Bueno, sí hizo algo. Me tomó por el brazo, prácticamente me arrastro hasta el sofá cerca de la ventana y me sentó ahí. También él se sentó.
Ahora su rostro sí mostraba una expresión…solo que yo no tenía idea de cómo describirla. Sigo sin tener idea.
Me miró, nuevamente, después de casi un minuto.
- No.
- ¿el jueguito de nuevo, Lucas? Háblame claro, por favor.
Respiró profundo, como diciendo “no es fácil decir lo que diré”. ¡Lo había dicho ya tres veces, por el amor de Dios! Solo le faltaba explicármelo.
- No vendrás conmigo.
- ¿Por qué?-exigí saber.
- Porque es mi viaje. Porque yo lo digo.
Su viaje. Por supuesto.
Sentí la cólera calentar mi sangre, mientras esta, hirviendo, subía hasta mis mejillas. Sabía bien que no todo puede ser como uno quiere. Pero al menos merecía una explicación razonable y lo que él dijo solo me hacía sentir aún más confusa.
Ahora que lo menciono, ese es algún tipo de don que tiene. Lucas tiene un poder de súper confusión, eso quiere decir que puede confundir a la gente-entiéndase confundir como molestar, frustrar, encolerizar-, con una rapidez impresionante, por medios nunca antes vistos.
Sus palabras resonaron en mi cabeza una y otra vez, repitiéndome que era su viaje, suyo, de él.
- ¿Qué hay de tu familia?-sacudió la cabeza, negando-. ¿irás solo?-asintió, de una forma triste, melancólica, resignada-. ¿Por qué no quieres que te acompañe, entonces?
Lucas respiró profundo. Inhaló y exhaló. Repitió el proceso varias veces.
- Me dijiste, cuando te lo propuse, que aquí estaba tu vida, que no podía esperar que dijeras “si” y empezaras a empacar tus maletas para irte conmigo. Yo tomé eso como un rotundo “no”. Y ahora porque tuviste una estúpida pelea con tus padres por algo realmente estúpido, porque para ti tu existencia es perfecta, te quieres ir conmigo. No. No. No. Y no.
Se detuvo durante un momento, supongo que esperando para ver si yo quería decir algo. No tenía nada que decir.
- Escucha lo siguiente-dijo. Esperé-: no soy tu salida de escape, ¿entiendes? Eres la persona más ruda, pero aún así fuerte que he conocido en toda mi vida. Eres dulce, pero no ingenua. Tienes un potencial grandioso. Eres una persona tan…-dejó la frase en el aire-. Escúchame. Sal ahí, cómete el mundo y supera este problema que estás enfrentando. Dios nunca nos da más de lo que podemos soportar. Yo creo en ti y El también cree en ti, así que deja tus pensamientos negativos de lado y empieza a creer tú también en ti.
Petrificada. Totalmente helada.
Muchas veces Lucas sabía cómo dejar a las personas totalmente sin habla.
Pero esa no era una de aquellas veces… yo sí tenía algo que decir.
- No creo en creer en uno mismo-musité-. No existe tal cosa.
- Yo creo en mí mismo-dijo, desafiante. Lucas era realmente único aquellos días.
- ¡Tú crees en todo!
Lucas me miró, entré disgustado y decepcionado. Sentí como que un puñal me atravesaba el corazón enteró. Me sentí mal por haber dicho lo que dije, pues sabía que lo había insultado.
- Eso no tiene por qué importarte, ¿estamos claros? El punto es que no irás conmigo, no importa cuánto lo desees…o mejor dicho, cuánto desees huir de una realidad que tú misma has creado. Adiós.
Lucas se dispuso a salir.
- ¡Lucas!-pretendió no escucharme-. ¡¡Lucas!!-nada-. ¡¡Lo siento!!
Lucas clavó sus ojos directamente en los míos, como buscando respuestas. Su expresión era impenetrable. No daba señales de absolutamente ninguna emoción. Estaba sumido en lo que sea que estaba haciendo.
No pude mantener la mirada mucho más tiempo. Corté la conexión.
- No.
Mi expresión cambió drásticamente de desconcierto a sorpresa. ¿había dicho no?
- ¿no?-inquirí.
- Si.
- ¿si?
- No.
- ¡Lucas!
Imaginé que sería algún tipo de broma, pero no rió como siempre lo hace. No hizo nada.
Bueno, sí hizo algo. Me tomó por el brazo, prácticamente me arrastro hasta el sofá cerca de la ventana y me sentó ahí. También él se sentó.
Ahora su rostro sí mostraba una expresión…solo que yo no tenía idea de cómo describirla. Sigo sin tener idea.
Me miró, nuevamente, después de casi un minuto.
- No.
- ¿el jueguito de nuevo, Lucas? Háblame claro, por favor.
Respiró profundo, como diciendo “no es fácil decir lo que diré”. ¡Lo había dicho ya tres veces, por el amor de Dios! Solo le faltaba explicármelo.
- No vendrás conmigo.
- ¿Por qué?-exigí saber.
- Porque es mi viaje. Porque yo lo digo.
Su viaje. Por supuesto.
Sentí la cólera calentar mi sangre, mientras esta, hirviendo, subía hasta mis mejillas. Sabía bien que no todo puede ser como uno quiere. Pero al menos merecía una explicación razonable y lo que él dijo solo me hacía sentir aún más confusa.
Ahora que lo menciono, ese es algún tipo de don que tiene. Lucas tiene un poder de súper confusión, eso quiere decir que puede confundir a la gente-entiéndase confundir como molestar, frustrar, encolerizar-, con una rapidez impresionante, por medios nunca antes vistos.
Sus palabras resonaron en mi cabeza una y otra vez, repitiéndome que era su viaje, suyo, de él.
- ¿Qué hay de tu familia?-sacudió la cabeza, negando-. ¿irás solo?-asintió, de una forma triste, melancólica, resignada-. ¿Por qué no quieres que te acompañe, entonces?
Lucas respiró profundo. Inhaló y exhaló. Repitió el proceso varias veces.
- Me dijiste, cuando te lo propuse, que aquí estaba tu vida, que no podía esperar que dijeras “si” y empezaras a empacar tus maletas para irte conmigo. Yo tomé eso como un rotundo “no”. Y ahora porque tuviste una estúpida pelea con tus padres por algo realmente estúpido, porque para ti tu existencia es perfecta, te quieres ir conmigo. No. No. No. Y no.
Se detuvo durante un momento, supongo que esperando para ver si yo quería decir algo. No tenía nada que decir.
- Escucha lo siguiente-dijo. Esperé-: no soy tu salida de escape, ¿entiendes? Eres la persona más ruda, pero aún así fuerte que he conocido en toda mi vida. Eres dulce, pero no ingenua. Tienes un potencial grandioso. Eres una persona tan…-dejó la frase en el aire-. Escúchame. Sal ahí, cómete el mundo y supera este problema que estás enfrentando. Dios nunca nos da más de lo que podemos soportar. Yo creo en ti y El también cree en ti, así que deja tus pensamientos negativos de lado y empieza a creer tú también en ti.
Petrificada. Totalmente helada.
Muchas veces Lucas sabía cómo dejar a las personas totalmente sin habla.
Pero esa no era una de aquellas veces… yo sí tenía algo que decir.
- No creo en creer en uno mismo-musité-. No existe tal cosa.
- Yo creo en mí mismo-dijo, desafiante. Lucas era realmente único aquellos días.
- ¡Tú crees en todo!
Lucas me miró, entré disgustado y decepcionado. Sentí como que un puñal me atravesaba el corazón enteró. Me sentí mal por haber dicho lo que dije, pues sabía que lo había insultado.
- Eso no tiene por qué importarte, ¿estamos claros? El punto es que no irás conmigo, no importa cuánto lo desees…o mejor dicho, cuánto desees huir de una realidad que tú misma has creado. Adiós.
Lucas se dispuso a salir.
- ¡Lucas!-pretendió no escucharme-. ¡¡Lucas!!-nada-. ¡¡Lo siento!!
diciembre 10, 2009
A Margarita Debayle - Rubén Darío.
A Margarita Debayle
de Rubén Darío
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: ?«¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
?«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: ?«¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: ?«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
?«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: ?«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
* * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
de Rubén Darío
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: ?«¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
?«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: ?«¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: ?«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
?«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: ?«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
* * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
diciembre 05, 2009
Conversión. Cap 8. Parte 1
8
Más tarde, ese mismo día, Lucas se fue.
Hablamos durante un rato más, pero luego, inevitablemente, se fue.
Continué preguntándome si se iría de igual forma. Dado el caso, iba a extrañarlo mucho. Pero no podía irme con él, no podía dejar a Santiago solo, no podía abandonar a mi familia… no podía dejar mi vida entera atrás por una aventura totalmente incierta, improvisada…
Al llegar la noche, mis padres me llamaron. Su tono sonaba fuerte, rudo…molesto.
Acudí al llamado. Era eso o soportar los siguientes días la ira de ambos sobre mí por haberlos ignorado.
Los miré fijamente, al entrar en la sala. Santiago no estaba. Seguro ya dormía.
Mis padres estaban sentados en el sofá, juntos, con cara de no querer hacer algo, pero tener que hacerlo. Ser padre debe ser una gran responsabilidad.
Mi padre me indicó con un gesto que tomara asiento. Dudé un minuto, pero su mirada severa me convenció de inmediato.
Tomé asiento frente a ellos.
Esperé. No quería estar allí, pero debía.
Por sus rostros cruzó una expresión de rabia, de molestia. En ese instante, más que en ningún otro, no quería estar ahí.
Mi mirada seguía fija en ellos, pero ninguno me estaba mirando a mí. ¿Por qué?
Quise decir algo, empezar la discusión, pero no pude. Tenía miedo, miedo a lo que estaba a punto de pasarme. Yo había hecho algo…algo grave, que no tenía idea de qué rayos era.
Mamá respiró profundo.
Y entonces pasó. Habló.
- Alexa… ¿Qué te está pasando?
- Nada-contesté, tan francamente como fui capaz.
La misma expresión iracunda que momentos antes se había asomado en el rostro de mi padre, reapareció.
Lo único que eso realmente me demostró es que no me conocían para nada. Un padre, uno bueno, debe saber qué está pasando en la vida de su hija, no debe tener necesidad de preguntárselo.
- Algo te pasa-insistió mi madre-. Ya no eres mi pequeña Alexa.
- Exacto. Ya no soy tu pequeña Alexa, mamá. Ya no soy pequeña, crecí. No puedes esperar que siga siendo quién era cuando tenía cinco.
Mi madre me miró sorprendida.
- Tú y Lucas se llevarían de maravilla, hablando de mí.
La expresión de mi madre cambió de sorpresa a desconcierto. No sé por qué hablé de Lucas. No creo que ellos supieran que Lucas era nuestro vecino.
- ¿Lucas?-inquirió mamá-, ¿aún no lo superas, hija?
- Lo superé hace un tiempo, madre. Cuando empecé a vestirme de negro porque me trajeron a este…lugar.
- Pero acabas de decir…
- Olvídalo.
Papá se dirigió a mí, entonces.
- No sabemos qué pasa contigo.
- Eso es porque jamás están. No me conocen. Ninguno de los dos. No saben cómo soy, no saben por lo que estoy pasando…no saben nada.
- Por eso estamos aquí. Porque queremos saber.
- ¿Por qué ahora? ¿Por qué no ayer, o mañana?
Ambos callaron. No sabían que decir. Aunque no duró demasiado.
- Eres rebelde ahora.
- ¡Ustedes me han convertido en lo que soy!-exclamé-. Soy el reflejo de lo que pasa en esta casa día tras día.
Papá ahora estaba realmente molesto.
- ¡¿Qué te hemos hecho?!
- ¡¡Nada!!-exclamé-. ¡No me han hecho nada! Y ese es, probablemente, el problema.
- No hay ningún problema-espetó mi padre, ciego como siempre.
- Papá, tu siempre has visto lo que quieres ver y no lo que realmente está pasando. Solo ves defectos en mí, porque es la forma en que te desquitas de todo tu fatigoso día, entonces peleas conmigo, por no hacerlo con mamá, para no tener problemas con ella. ¡Claro! “Alexa es mi hija y tiene que hacer lo que le digo, tiene que escucharme si le grito, tiene que aguantarse todas mis cargas. Es el des estresante más efectivo”
- ¡Estoy cansado de tus actitudes, de tus desplantes! No eres la hija que criamos.
- Desde que nos mudamos acá me he criado sola, muchas gracias.
- ¡¡Pues si tanto te molesta, entonces deberías irte!! ¡Vete si quieres! Nos harías un favor a todos. Ya es hora de que tengamos un poco de paz por aquí.
- ¡Pues, quizás lo haga!-grité dolida hasta lo más profundo.
Corrí a mi habitación, con lágrimas en los ojos. En ella me estaba esperando un abrazo reconfortante. Agradecí de todo corazón eso.
Entonces, en ese instante, entendí lo que Lucas me había estado explicando: él y yo siempre hemos sido algo más. La fuerza que me faltaba en ese momento, él la tenía para dármela. La felicidad que anhelaba, él la tenía a montones.
Entendí que necesitaba a Lucas, lo necesitaba conmigo para estar completa, para tener una dosis completa de todo.
Necesitaba salir de ahí. Necesitaba respirar paz, algo que en ese instante Lucas me estaba dando.
Por eso, tomé la decisión.
- Lucas…-él esperó- quiero irme contigo.
Más tarde, ese mismo día, Lucas se fue.
Hablamos durante un rato más, pero luego, inevitablemente, se fue.
Continué preguntándome si se iría de igual forma. Dado el caso, iba a extrañarlo mucho. Pero no podía irme con él, no podía dejar a Santiago solo, no podía abandonar a mi familia… no podía dejar mi vida entera atrás por una aventura totalmente incierta, improvisada…
Al llegar la noche, mis padres me llamaron. Su tono sonaba fuerte, rudo…molesto.
Acudí al llamado. Era eso o soportar los siguientes días la ira de ambos sobre mí por haberlos ignorado.
Los miré fijamente, al entrar en la sala. Santiago no estaba. Seguro ya dormía.
Mis padres estaban sentados en el sofá, juntos, con cara de no querer hacer algo, pero tener que hacerlo. Ser padre debe ser una gran responsabilidad.
Mi padre me indicó con un gesto que tomara asiento. Dudé un minuto, pero su mirada severa me convenció de inmediato.
Tomé asiento frente a ellos.
Esperé. No quería estar allí, pero debía.
Por sus rostros cruzó una expresión de rabia, de molestia. En ese instante, más que en ningún otro, no quería estar ahí.
Mi mirada seguía fija en ellos, pero ninguno me estaba mirando a mí. ¿Por qué?
Quise decir algo, empezar la discusión, pero no pude. Tenía miedo, miedo a lo que estaba a punto de pasarme. Yo había hecho algo…algo grave, que no tenía idea de qué rayos era.
Mamá respiró profundo.
Y entonces pasó. Habló.
- Alexa… ¿Qué te está pasando?
- Nada-contesté, tan francamente como fui capaz.
La misma expresión iracunda que momentos antes se había asomado en el rostro de mi padre, reapareció.
Lo único que eso realmente me demostró es que no me conocían para nada. Un padre, uno bueno, debe saber qué está pasando en la vida de su hija, no debe tener necesidad de preguntárselo.
- Algo te pasa-insistió mi madre-. Ya no eres mi pequeña Alexa.
- Exacto. Ya no soy tu pequeña Alexa, mamá. Ya no soy pequeña, crecí. No puedes esperar que siga siendo quién era cuando tenía cinco.
Mi madre me miró sorprendida.
- Tú y Lucas se llevarían de maravilla, hablando de mí.
La expresión de mi madre cambió de sorpresa a desconcierto. No sé por qué hablé de Lucas. No creo que ellos supieran que Lucas era nuestro vecino.
- ¿Lucas?-inquirió mamá-, ¿aún no lo superas, hija?
- Lo superé hace un tiempo, madre. Cuando empecé a vestirme de negro porque me trajeron a este…lugar.
- Pero acabas de decir…
- Olvídalo.
Papá se dirigió a mí, entonces.
- No sabemos qué pasa contigo.
- Eso es porque jamás están. No me conocen. Ninguno de los dos. No saben cómo soy, no saben por lo que estoy pasando…no saben nada.
- Por eso estamos aquí. Porque queremos saber.
- ¿Por qué ahora? ¿Por qué no ayer, o mañana?
Ambos callaron. No sabían que decir. Aunque no duró demasiado.
- Eres rebelde ahora.
- ¡Ustedes me han convertido en lo que soy!-exclamé-. Soy el reflejo de lo que pasa en esta casa día tras día.
Papá ahora estaba realmente molesto.
- ¡¿Qué te hemos hecho?!
- ¡¡Nada!!-exclamé-. ¡No me han hecho nada! Y ese es, probablemente, el problema.
- No hay ningún problema-espetó mi padre, ciego como siempre.
- Papá, tu siempre has visto lo que quieres ver y no lo que realmente está pasando. Solo ves defectos en mí, porque es la forma en que te desquitas de todo tu fatigoso día, entonces peleas conmigo, por no hacerlo con mamá, para no tener problemas con ella. ¡Claro! “Alexa es mi hija y tiene que hacer lo que le digo, tiene que escucharme si le grito, tiene que aguantarse todas mis cargas. Es el des estresante más efectivo”
- ¡Estoy cansado de tus actitudes, de tus desplantes! No eres la hija que criamos.
- Desde que nos mudamos acá me he criado sola, muchas gracias.
- ¡¡Pues si tanto te molesta, entonces deberías irte!! ¡Vete si quieres! Nos harías un favor a todos. Ya es hora de que tengamos un poco de paz por aquí.
- ¡Pues, quizás lo haga!-grité dolida hasta lo más profundo.
Corrí a mi habitación, con lágrimas en los ojos. En ella me estaba esperando un abrazo reconfortante. Agradecí de todo corazón eso.
Entonces, en ese instante, entendí lo que Lucas me había estado explicando: él y yo siempre hemos sido algo más. La fuerza que me faltaba en ese momento, él la tenía para dármela. La felicidad que anhelaba, él la tenía a montones.
Entendí que necesitaba a Lucas, lo necesitaba conmigo para estar completa, para tener una dosis completa de todo.
Necesitaba salir de ahí. Necesitaba respirar paz, algo que en ese instante Lucas me estaba dando.
Por eso, tomé la decisión.
- Lucas…-él esperó- quiero irme contigo.
diciembre 02, 2009
Conversión. Cap 7. Parte 8
Irme con él. Claro. Por supuesto.
Varias cosas pasaron por mi mente en ese momento; la primera: ¿no se le había pasado por la mente que quizás yo no quería?, la segunda: ¿tenía idea de lo difícil que iba a ser irme con él? Y muchas otras cosas que harían esta historia mucho más larga de lo que debe ser.
Lo pensé durante un minuto, al menos. Y mientras este transcurría la idea, de a poco, dejaba de parecer tan descabellada…eso no podía estar bien, no…
- ¿Qué harás en…a dónde vas?
- No te lo puedo decir, a menos que vengas conmigo.
- ¡No iré contigo si no sé a dónde rayos vas, Lucas! De eso puedes estar seguro.
Lucas dio media vuelta, como haciendo ademán de irse. Yo sabía que no iría a ninguna parte. Al menos, no hasta que yo le diera una respuesta.
No tenía para nada pensado rogarle para que se quedara. Me pregunté si no había más remedio.
Esperé unos cinco segundos mientras lo veía escalar la ventana.
Busqué a Santiago por toda la habitación pero no lo vi.
Se había ido a jugar, seguro.
- Lucas, espera-tuve que hacerlo. No tenía ninguna otra opción.
El se volvió hacia mí, luciendo terriblemente decepcionado o enojado, no lo supe distinguir bien. Quizás un poco de ambas.
Su mirada cuestionaba mi llamado.
- ¿podemos hablar de esto?-inquirí, realmente deseosa de que su respuesta fuera “si”- ¿o es que esperabas que respondiera “si”, sin más, y empezara a arreglar mis maletas? No. Las cosas no funcionan así. Necesito estar informada. Yo no sé si me quieres secuestrar, si me estás mintiendo, si… últimamente, no sé nada de ti.
- Últimamente sabes mucho más de lo que nunca has sabido, Alexa. Últimamente, mi vida es un libro abierto para ti, pero ya tú no lo eres para mí.
Entorné los ojos ante eso. El pobre estaba dolido porque ya no puede saber lo que pienso, pues que dolor.
Lucas me fulminó con la mirada.
- Si lo dices porque ya no puedes saber lo que estoy pensando…
- ¡no!-exclamó, frustrado-. ¡no es eso! Es… ¡mírate! Es como si… si un día fueras una y al siguiente otra…ya no sé quién eres. Un día eres mi amiga y al otro, todo lo contrario. Decídete, Alexa.
- ¿Por qué no puedes aceptarme como soy, Lucas?-dije, en un susurro-. ¿Por qué se te hace tan difícil? No lo entiendo…
- Porque no tengo nada que aceptar. Ni siquiera tú sabes quién eres. Yo… te extraño, ¿sabes?
- Estoy aquí, Lucas.
El sacudió la cabeza, negando. Pero más que todo, como si intentara sacar algo de ella. Un recuerdo, quizás. Un recuerdo mío…nuestro…
Me miró con ojos tristes, nostálgicos.
- Yo… yo te amaba, Alexa…
…
- Todo lo que eras, todo…
- Teníamos nueve años-lo corté-. Uno no puede amar a alguien cuando tiene nueve años.
Lucas rió.
- Te falta mucho por aprender…
- ¡Tú no puedes amarme! ¡Tú…!
- No te amo, Alexa. No.
El universo de pronto se enfrió.
- Pero acabas de decir…
- Que te amaba. Antes. Lo que eras…no lo que eres.
De pronto, las ganas de hablar se desvanecieron. No entendí porque, solo quería estar sola durante un rato. Solo eso.
- Y te extraño. La extraño a ella.
- Éramos mejores amigos, Lucas.
- Tú y yo siempre fuimos más que “mejores amigos”.
- Quizás, en tu mundo, porque yo jamás…
Lucas sonrió. No sé de dónde sacó las fuerzas, pero lo hizo.
- No me refería a eso.
Lucas, para confundirme, había nacido.
Lo miré, esperando una explicación razonable, que no creo que exista, pero hay que darle la oportunidad.
Lucas volvió a sonreír.
- Tú y yo siempre… siempre fuimos más, ¿entiendes? No creo que dos personas sean tan perfectas para todo, como tú y yo. Es… lo que a mí me faltaba, tú lo tenías…lo que te faltaba a ti, lo tenía yo… de alguna forma, siempre hemos estado unidos…
- Incluso antes de nacer.
- Incluso antes de nacer. Espero que entiendas eso de la manera correcta. No me refiero a nosotros como…pareja, no. Juntos, somos algo más. Algo que aún no he logrado entender.
Varias cosas pasaron por mi mente en ese momento; la primera: ¿no se le había pasado por la mente que quizás yo no quería?, la segunda: ¿tenía idea de lo difícil que iba a ser irme con él? Y muchas otras cosas que harían esta historia mucho más larga de lo que debe ser.
Lo pensé durante un minuto, al menos. Y mientras este transcurría la idea, de a poco, dejaba de parecer tan descabellada…eso no podía estar bien, no…
- ¿Qué harás en…a dónde vas?
- No te lo puedo decir, a menos que vengas conmigo.
- ¡No iré contigo si no sé a dónde rayos vas, Lucas! De eso puedes estar seguro.
Lucas dio media vuelta, como haciendo ademán de irse. Yo sabía que no iría a ninguna parte. Al menos, no hasta que yo le diera una respuesta.
No tenía para nada pensado rogarle para que se quedara. Me pregunté si no había más remedio.
Esperé unos cinco segundos mientras lo veía escalar la ventana.
Busqué a Santiago por toda la habitación pero no lo vi.
Se había ido a jugar, seguro.
- Lucas, espera-tuve que hacerlo. No tenía ninguna otra opción.
El se volvió hacia mí, luciendo terriblemente decepcionado o enojado, no lo supe distinguir bien. Quizás un poco de ambas.
Su mirada cuestionaba mi llamado.
- ¿podemos hablar de esto?-inquirí, realmente deseosa de que su respuesta fuera “si”- ¿o es que esperabas que respondiera “si”, sin más, y empezara a arreglar mis maletas? No. Las cosas no funcionan así. Necesito estar informada. Yo no sé si me quieres secuestrar, si me estás mintiendo, si… últimamente, no sé nada de ti.
- Últimamente sabes mucho más de lo que nunca has sabido, Alexa. Últimamente, mi vida es un libro abierto para ti, pero ya tú no lo eres para mí.
Entorné los ojos ante eso. El pobre estaba dolido porque ya no puede saber lo que pienso, pues que dolor.
Lucas me fulminó con la mirada.
- Si lo dices porque ya no puedes saber lo que estoy pensando…
- ¡no!-exclamó, frustrado-. ¡no es eso! Es… ¡mírate! Es como si… si un día fueras una y al siguiente otra…ya no sé quién eres. Un día eres mi amiga y al otro, todo lo contrario. Decídete, Alexa.
- ¿Por qué no puedes aceptarme como soy, Lucas?-dije, en un susurro-. ¿Por qué se te hace tan difícil? No lo entiendo…
- Porque no tengo nada que aceptar. Ni siquiera tú sabes quién eres. Yo… te extraño, ¿sabes?
- Estoy aquí, Lucas.
El sacudió la cabeza, negando. Pero más que todo, como si intentara sacar algo de ella. Un recuerdo, quizás. Un recuerdo mío…nuestro…
Me miró con ojos tristes, nostálgicos.
- Yo… yo te amaba, Alexa…
…
- Todo lo que eras, todo…
- Teníamos nueve años-lo corté-. Uno no puede amar a alguien cuando tiene nueve años.
Lucas rió.
- Te falta mucho por aprender…
- ¡Tú no puedes amarme! ¡Tú…!
- No te amo, Alexa. No.
El universo de pronto se enfrió.
- Pero acabas de decir…
- Que te amaba. Antes. Lo que eras…no lo que eres.
De pronto, las ganas de hablar se desvanecieron. No entendí porque, solo quería estar sola durante un rato. Solo eso.
- Y te extraño. La extraño a ella.
- Éramos mejores amigos, Lucas.
- Tú y yo siempre fuimos más que “mejores amigos”.
- Quizás, en tu mundo, porque yo jamás…
Lucas sonrió. No sé de dónde sacó las fuerzas, pero lo hizo.
- No me refería a eso.
Lucas, para confundirme, había nacido.
Lo miré, esperando una explicación razonable, que no creo que exista, pero hay que darle la oportunidad.
Lucas volvió a sonreír.
- Tú y yo siempre… siempre fuimos más, ¿entiendes? No creo que dos personas sean tan perfectas para todo, como tú y yo. Es… lo que a mí me faltaba, tú lo tenías…lo que te faltaba a ti, lo tenía yo… de alguna forma, siempre hemos estado unidos…
- Incluso antes de nacer.
- Incluso antes de nacer. Espero que entiendas eso de la manera correcta. No me refiero a nosotros como…pareja, no. Juntos, somos algo más. Algo que aún no he logrado entender.
Mi regreso.
Hola!
Pues, primero, quisiera saludar a todas esas personas que me estaban esperando.
Les explico, mi computadora estaba dañada, no podía escribir y pues, intenté no abandonar el blog, pero resultó inevitable`, pues, no teniendo nada que publicar, entonces, no tenía nada que hacer aquí.
En todo caso, mi computadora ya está mejor, ya sanó y puedo escribir de nuevo.
He estado trabajando en nuevos proyectos, pero los tengo en cuadernos y me tomará un tiempo transcribirlos. Sin embargo, les anuncio que la novela sigue y que hoy mismo les subo capítulo.
Que Dios derrame bendiciones sobre todos ustedes.
Se les ama.
Bye.
- Majo.
Pues, primero, quisiera saludar a todas esas personas que me estaban esperando.
Les explico, mi computadora estaba dañada, no podía escribir y pues, intenté no abandonar el blog, pero resultó inevitable`, pues, no teniendo nada que publicar, entonces, no tenía nada que hacer aquí.
En todo caso, mi computadora ya está mejor, ya sanó y puedo escribir de nuevo.
He estado trabajando en nuevos proyectos, pero los tengo en cuadernos y me tomará un tiempo transcribirlos. Sin embargo, les anuncio que la novela sigue y que hoy mismo les subo capítulo.
Que Dios derrame bendiciones sobre todos ustedes.
Se les ama.
Bye.
- Majo.
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