junio 30, 2009

Conversión. Cap 1(parte 2)

Puedo contar que viví muchas cosas en esos años. Incluso llegó a gustarme un poco.
Tenía amigos, los cuales eran un poco escasos en mi ciudad natal.
- ¡Alex!-me llamó mi madre un día. Bajé las escaleras corriendo, como de costumbre. A ella no le gustaba que lo hiciera. Temía por mí. La miré esperando-. Te busca Lucas.
Mi mejor amigo Lucas, la primera persona que conocí cuando llegué. Era nuestro vecino. Nos veíamos cada día. Dos pequeños niños jugando por ahí.
Corrí a la puerta para irme con Lucas.
- ¿Qué haremos hoy?-me preguntó.
- Tocar timbres… ¿Quieres?-pareció pensarlo.
- Hmmm…no. No me parece.
- ¡Vamos! Es divertido-sonreí.
- No.
Me resigné. Él era así. Si decía no, era no. No lo entendí sino hasta mucho después.
Se puso oscuro el cielo de pronto.
Sonreí para mis adentros.
- Deberíamos irnos.
- ¡Lucas!-exclamé.
- Bien-dijo a duras penas.
Llovió fuerte. A decir verdad, nunca había visto una lluvia tal.
Lucas y yo pasamos por todos los charcos y yo adopté una pequeña rana que Lucas atrapó para mí. Le llame Ricky.
- Toma a Ricky y vámonos a casa, xa.
Así me llamaba “Xa” por “AleXA”.
Yo no quería irme. Sabía que la lluvia no iba a parar ahí. Seguiría por un par de horas más.
- Solo un rato más…¿por favor?-rogué.
Sin embargo, obedecí en la parte de “toma a Ricky”. Era una rana y no quería que se escapase saltando.
Recuerdo que mientras saltábamos tomados de las manos en un charco grande, empapados, vi un pajarito saltando. Pensé que los pájaros deberían volar, no saltar. A menos, claro, que fueran cuervos, pero incluso los cuervos vuelan.
- Toma a Ricky, Lucas-se lo puse en las manos.
- ¡Xa! No te vayas.
Muy tarde. Cuando lo dijo, ya estaba corriendo hacia el pequeño pájaro, que ahora yacía temblando en un charco.
- ¡Lucas!-llamé y le hice señas para que se apresurara.
Lucas corrió con Ricky en sus manos. Vi como lo sostenía con fuerza para que no saltara.
Llegó mucho más rápido de lo que yo lo hice.
- ¿Qué?-preguntó cuando estuvo conmigo.
- Creo que está muriendo.
Lucas se acercó para verificar lo que yo decía.
- Lo está-puntualizó. Lágrimas rodaron por mis mejillas-. ¿Sabes qué?-lo miré, expectante-. Mejor tómalo, y vámonos a casa.
Esta vez, obedecí.
El padre de Lucas era veterinario. Por eso Lucas tenía como cinco perros. Jamás se enfermaba ninguno, por eso, él no tenía que sufrir. No hasta que se morían, claro.
- Quizás se estaba ahogando-opiné.
- No creo-Lucas siempre me pareció muy maduro.
Le llevamos el pequeño pájaro a su padre.
Para mi mala suerte, se tuvo que quedar con Lucas, porque a mi madre no le gustó. Y también Ricky se quedó con Lucas. Lloré cuando dijo “No”. Me pareció muy malvada en ese momento.
Pero, ahora que lo pienso, creo que tampoco dejaría que mis hijos, cuando los tenga, tengan una rana de mascota. Un pájaro, quizás si.
Mis padres acordaron castigarme ese día. Supongo que fue por el hecho de no haber escuchado a Lucas cuando me dijo que volviéramos, por haber llegado a casa mojada, y por haber llevado conmigo una rana cuando llegué mojada a casa. Motivos suficientes.
Pero no importaba mucho.
Mi ventana quedaba justo frente a la ventana de Lucas. Y, entre nuestras ventana, había un árbol inmenso por el que podía escalar con insultante facilidad. Y lo hice un par de veces.
- ¡Lucas!-estaba sentada en su alféizar, llamándolo.
El abrió la ventana lentamente.
- ¿Xa? ¿Qué haces aquí?
- ¿Escalamos el árbol?
Me miró extrañado.
- Creí que estabas castigada-dijo-. ¿Me mentiste?
- Lo estoy.
Abrió los ojos como platos.
- No te estarás escapando…¿o si?
- Es que quiero salir…
- ¡Xa!
Bajé cuidadosamente del árbol, mientras decía:
- Muy bien. Si no quieres jugar conmigo, no lo hagas.
- Si no voy, ¿Quién va a evitar que te mates bajando de ese árbol?
Le sonreí.
Esperé por Lucas y bajamos juntos.

Cada día, por cuatro años, Lucas y yo fuimos compañeros de aventuras.
Entrábamos a la escuela, cada día, con los brazos entrelazados. Éramos inseparables. Lo fuimos desde el primer momento. O eso pensamos.
Un día, que volvía de la escuela, mi madre me comunicó las nuevas.
- ¿De nuevo?-inquirí.
- Si, linda. De nuevo.
Tenía nueve años entonces. Con nueve años y mudándome de nuevo.
Fui a decirle a Lucas.
- Pero…Xa…
- No es mi culpa-le expliqué.
- Bueno…supongo que voy a extrañarte, Xa.
- Si, yo también.
Nos abrazamos, como los buenos amigos que éramos. Y entonces, fui a empacar…de nuevo.

1 comentario:

  1. que lindo tener un amigo como él, creo que esos amigos son los que algun día llegarían hacer una buena pareja... jejeje definitivamente.

    De nuevo mudarse?? uff, ya por favor!! jeje cuanto me falta para saber pq tantos cambios?


    maysu

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