julio 27, 2009

Conversión. Cap 6 (parte 1)

6

Volví a mi habitación arrastrando los pies. Dejé la mopa a un lado. No tenía ánimos de limpiar.
Cuando entré a mi habitación, por poco me da un infarto. ¿Cómo no lo noté antes?
Era un desastre. Un completo desastre. Pero era mi culpa. Yo había permitido a Lucas salir por dentro.
En mi descuido, cuando entramos dejé la ventana abierta y cabe decir que no había cesado la lluvia. Mi sofá, los cojines que estaban sobre él y parte de la alfombra, estaban empapados.
¡No podía ser!
Con cuidado, me dirigí a cerrar la ventana. Lucas estaba asomado en la suya. Me incliné, hacia fuera, porque él hizo lo mismo.
- Sabía que no ibas a limpiar-me dijo.
- Ay, cállate-dije, frustrada. En parte, porque tenía razón-. Voy a demostrarte que puedo hacerlo.
- ¿Dejarías la ventana abierta, para disfrutarlo?-me preguntó.
- ¡No!-exclamé-. Ve a dormir.
Cerré la ventana con un golpe. Pensé que quizás podría haberse roto el vidrio. No fue así. Agradecí. No tendría que limpiar vidrios de la alfombra, lo que es bastante difícil. Se quedan incrustados…es una pesadilla.
Me volví para observar mi habitación, pero me encontré con una sorpresita.
Caminé hacia él.
- Lucas dijo que no vendrías por el desorden-dije, sonriendo.
- No es que me complazca estar en este lugar, en este estado-dijo-. No soy amigo del desorden. Lucas me conoce bien. Pero pensé que tal vez necesitarías un poco de ayuda para terminar temprano.
- ¿Viniste a ayudarme?-inquirí-. Pero eres incorpóreo.
- No crees que pueda hacerlo-¿Cómo lo supo? Ah, si. Él lo sabe todo-. En ese caso, no podré ayudar. Solo me sentaré aquí-se sentó en mi cama, que ahora lucía ordenada-, te observaré y quizás podamos hablar un poco.
Me encogí de hombros. Además, creo que lo que Lucas quería decir era que lo ordenara yo sola. Y si Jesús me ayudaba, no iba a hacerlo sola. Además, tenía que lograrlo. Tenía que demostrarle a Lucas que podía hacerlo. Él me subestima mucho.
- Esa es una buena manera de incentivar-comentó Jesús. Lo miré un poco intrigada. No tenía idea de lo que estaba queriendo decir-. Demostrarle a una persona que sí puedes. Es una buena manera de instar a alguien a hacer algo.
- ¿Crees que Lucas me está manipulando?-inquirí.
- Oh, no. Para nada. Él realmente cree que no lo harás.
- ¡Entonces, qué clase de amigo es!-exclamé, mientras recogía una camisa del suelo-. No cree en mí. No me alienta…
- ¿Tú crees en él?-me preguntó entonces.
No supe que decir, porque, honestamente, ¿en qué debía apoyar yo a Lucas? Él no me había comentado sobre nada. No me había dado razones para dudar de él.
- No tengo razón alguna para dudar que él puede hacer algo-contesté-. Lucas es un muchacho capaz de hacer cada cosa que se proponga. Lucas puede con todo…no como yo. Soy una cobarde…no logro avanzar. En lugar de eso, retrocedo…él tiene razón-me dejé caer sobre el sofá mojado.
- Lo que acabas de hacer es el primer paso-comentó Jesús-. Has aceptado lo que en realidad eres y has encontrado además un modelo. Pero sé tu misma. Solo cambia esas cosas que no te gustan. Tú tienes el poder para hacerlo. Desearía que lo hicieras, pero no puedo obligarte. Eres libre de hacer lo que te plazca. Pero Lucas ya te habló de las decisiones. Todo en tu vida está escrito. Pero debes saber que está escrito con lápiz, no con pluma. Lo que yo tengo para ti, quizás no es lo que escojas no te llevará a eso y me veré obligado a usar el borrador. Pero has dado el primer paso, y eso es bueno.
Mientras Jesús hablaba, yo recogía.
- Debes saber, también, que no será fácil-explicó-. Nada en la vida, de las cosas buenas, es fácil. Lo fácil cuesta caro, al final del día. Entiende eso. Tu cambio se aproxima. Pero está en tus manos. Intenta mantener a Lucas cerca, él te ayudará. No lo hagas desesperar.
- ¡Desesperar!-bufé-. ¡él me hace desesperar a mí!
- Bueno, no desesperes cuando se trate de Lucas-¿Eso era una orden-. Tenle paciencia. Es un muchacho complicado.
- No lo es-repliqué-. Yo comprendo a Lucas. Para mí él es como un libro abierto. Y mi libro favorito, además.
- Para muchos no lo es-indicó. Cada quién con su punto de vista, ese es mi lema. Bueno, cambio mucho de lemas, pero ese no es el punto-, incluyéndome. Me costó conocer a Lucas, porque no abría su corazón. Ahora lo hace. Y es fascinante como contigo es diferente. Aunque no seas la misma, aunque no seas esa que él extraña y ama…
- ¿Qué él extraña y qué?-inquirí.
- Y ama. Esa Alexa era su mejor amiga-explicó-. ¿O es que tú no lo amas, también?
Ah, entendí a lo que se refería.
- Si…quiero decir, lo quiero y me preocupo por él, como amiga…
- Bueno, él ya no tiene a esa amiga por la que se preocupaba. Y tú te encargaste de eso-¿Me estaba echando la culpa?-. Yo no culpo a nadie. Cada quién es responsable de sus acciones y de lo que las mismas traen consigo.
- ¿Estás queriendo decir que sí es mi culpa que Lucas ya no me quiera?-pregunté a media voz. Él asintió-. Y yo estaba excusando a la pubertad cuando todo recaía a mí. Él tiene razón, soy un desastre, he cambiado y…-me eché a llorar- no sé como cambiar eso…necesito cambiar…no quiero…-mi voz se quebraba mucho, tenía un nudo en la garganta-. Soy una tonta. Él está en todo su derecho de quererme lejos de él…
- Tú lo amas.
- No…yo no…-las lágrimas continuaron resbalando por mis mejillas-. Bueno, no sé de qué clase de amor hablas, Jesús. Pero quién va a saberlo mejor que tú. Supongo que, si tú lo dices, entonces sí. Lo amo.
- No sufras-me dijo, su voz era como el sonido de las olas del mar. Uno de mis sonidos favoritos, por cierto-. Lo entenderás a su tiempo. Pero lo amas-asentí. ¿Qué más iba a hacer?


me gustó este capítulo.

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