julio 17, 2009

Conversión. Cap 5(parte 1)

5

Los días siguientes pasaron con suma lentitud. Honestamente, cuando uno no encuentra que hacer con su vida, todo pasa más lento.
No había visto a Lucas desde aquél día. Pero eso era porque yo no quería…
Porque era una cobarde.
Mantenía mi ventana siempre cerrada, las cortinas siempre corridas. En cuanto las veía abiertas, corría a cerrarlas inmediatamente.
Es que…yo no…no podía verlo. No podía.
Pero tampoco podía evitar el encuentro de por vida, ¿o sí?
Tenía un hermano que se llevaba de maravilla con Lucas. Y era mi vecino. ¿Qué tan inteligente se debe ser para comprender que lo vería tarde o temprano?
Sin embargo, elegía tarde.
Pero, ¿Por cuánto tiempo? ¿Cuánto era “tarde”?
Me tiré en mi cama.
Casi desesperada tomé mi diario y la pluma que usaba para escribir en él.

Martes, 15/04.
Después de la visita de Jesús del otro día, me he sentido un poco extraña.
Me refiero a que no sé que hacer. No sé que rumbo tomar. Quiero cambiar. Pero no sé como hacerlo. Sé que necesito ayuda para esto, pero tampoco sé quién puede ayudarme.
Claro, él mencionó a Lucas, pero…es Lucas. No puedo recurrir a Lucas. ¡No quiero!
Recurrir a Lucas es…escucharlo hablar de mí, de cómo era antes, de cómo debería ser ahora. Y eso me duele.
Si, soy cobarde, y no me interesa, mientras ser cobarde mantenga a salvo mi corazón.
Lucas pasó de ser mi mejor amigo a la persona que más me herido. Ni mis padres me han dicho cosas así…
Ni ellos me han dicho la verdad tan crudamente.
Pero sin embargo, lo extraño. Extraño a Lucas demasiado. Pero nosotros dos no podemos a volver a ser lo mismo hasta que yo sea lo mismo que era antes…
Estoy desesperada…
Sé que necesito ayuda…
Sé que necesito a Lucas…
Jesús fue claro: Lucas va a ayudarme…aunque no logro entender cómo.

Cerré mi diario. Aunque no era tanto como un diario porque no lo usaba siempre, solo de vez en cuando.

Los días pasaron de la misma manera: lentos. Y yo sabía que no se terminaría hasta que lo hiciera. Hasta que hablara con Lucas.
Caminé hacia la ventana y con todo el esfuerzo del mundo, sin contar a mi corazón palpitando de una manera ruidosa y molesta, corrí la cortina.
En cuanto lo hice sentí una oleada de emoción realmente extraña, seguida de desilusión, porque él no estaba en su ventana.
Me dispuse a cerrarla de nuevo cuando… ¡Apareció!
Miró hacia mi ventana y me sonrió.
Me sentí tan estúpida de que me hubiera descubierto mirándolo. ¡Que pena!
Él abrió su ventana con cuidado, y escalo el árbol hasta llegar a mi ventana.
La abrí. Pero ¿Qué iba a hacer? ¿Dejarlo pasar? Jamás.
Me senté en el alféizar, frente a él, que estaba sentado en la rama del árbol.
- ¿Qué tal?-me saludó.
- Hola…
Sonrió. Sonreía mucho.
- Veo que vuelves a abrir la ventana-comentó. Yo asentí-. ¿sabes? Es extraño. Cuando decidiste abrir la ventana, estabas decidiendo tu futuro-se me heló la sangre-. En la vida siempre hay dos caminos, al momento de tomar una decisión, si tomas uno, te llevará a algún sitio, si tomas otro, es lo mismo, pero jamás te llevará al mismo lugar que el camino anterior. Tú decidiste abrir la ventana, eso te trajo a mí, o algo así. Pero, ¿Qué si no lo hubieras hecho?-me quedé pensando en eso-. ¿no te lo has preguntado?
- La verdad, no…-confesé-. No, hasta ahora, muchas gracias.
Se carcajeó. Me apartó un mechón de cabello que revoloteaba con el viento.
- Eso te servirá al momento de tomar un decisión-sonrió-. Piensa a dónde te puede llevar el camino que escojas…no siempre son buenos.
Bien. Ahora debía preguntar.
- ¿Tú…crees que…-me aclaré la garganta-este camino…esto…sea bueno?
Me sonrió, nuevamente.
- Ya veremos.
¿Es que Jesús le daba clases a este chico? ¿No podía decir las cosas completas?
Lucas se carcajeó, de nuevo, aunque no sé por qué lo hizo.
- Yo no puedo saber qué hubiera pasado si hubieses tomado el otro camino-explicó-. Aunque lo hiciste por varios días, ¿no es así? Por eso me sorprendí al ver que tu ventana volvía a estar abierta. ¿has pensado en qué hiciste al abrirla? ¿A qué le abriste la ventana?-lo sabía-. Tendremos que esperar a ver qué nos depara a ambos este camino. Puede que sea bueno, como puede que sea malo. Lo cierto es que nos ha juntado. No tenemos más remedio que recorrerlo juntos.
- No entiendo.
- Tú decidiste abrir la ventana y yo también. Tú decidiste salir y yo también. Tú decidiste estar aquí hablando conmigo y yo…
- Tú también-completé.
Negó la cabeza. No se por qué, pero me sentí realmente extraña en ese momento.
- Y yo…-dijo- yo me alegro de que lo hayas hecho.

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