julio 30, 2009

Conversión. Cap 6 (parte 2)

Jesús permaneció en mi habitación más que ninguna otra noche. Probablemente fue la primera noche que me desvelé.
- Oye, Jesús-le dije-. ¿Qué crees que pase con mi familia cuando yo…cambie?
- Mejorará-dijo. No había ni un atisbo de duda en su voz-. Si tu familia, a tus ojos, está mal y quieres un cambio para ellos, primero debes cambiar tú. ¿Comprendes eso?-asentí-. Cuando tú cambies, ellos cambiarán.
- Es difícil-dije en voz baja.
- No lo es, si tienes fe-Fe. Claro. Creer-. “La fe es la convicción de lo que se espera y la certeza de lo que no se ve”
Citó. Sabía que eso estaba en la Biblia. En alguna parte de la Biblia. No sabía donde exactamente, pero al menos sabía eso.
Jesús me sonrió.
Sin duda ya era una persona más sensible. Quizás. O no.
- Jesús…-dije, un poco avergonzada, la verdad-. ¿Me hablarías sobre el amor? Estoy segura de que nadie sabe más sobre eso que tú-le sonreí al llegar a esa parte.
- ¿Qué quieres saber?-me preguntó.
- No lo sé…primero quisiera saber qué es-por algún lado teníamos que empezar.
Jesús tomó una posición como de quién está a punto de empezar a recitar poesía.
- “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…”-Wow-. 1 Corintios 13. 4-8-creo que eso era una cita bíblica-. No tenías que preguntarme qué era el amor, porque la respuesta siempre la has tenido cerca de ti.
- Tienes razón con eso de que es sufrido, de que todo lo cree y lo espera y lo soporta…
- Dime, Alexa: ¿Has vivido el amor?-me preguntó.
- Bueno…creo que no.
- Entonces, no sabes lo que dices-me reprochó-. Una persona que ha vivido el amor, es una persona que ha vivido. Porque sin amor, no eres nada, sin amor, no tienes vida. Si no has amado, entonces, no has vivido.
- Creo en el amor como algo que daña a las personas. Enamorarse, amar a alguien, es de locos-dije entonces. Estaba muy segura de eso en aquel tiempo-. Es de locos porque siempre llegará un momento en que perderás a alguien que amas. Nadie está contigo para siempre. Ni siquiera el amor puede hacer eso.
- Los que prefieren la sensatez y huyen de la locura son incapaces de sentir el amor verdadero.
- ¿Qué significa eso?
- Eso mismo-dijo, solamente.
Me frustré un poco. Claramente estaba diciendo que yo era incapaz de amar. Y eso no era así. ¡Si hacía nada me había dicho que yo amaba a Lucas!
- No quise decir eso-explicó Jesús-. Amas a Lucas de una forma distinta. El amor verdadero es el amor que te he descrito. O amor ágape. Que es el amor de Dios.
- No te entiendo.
- Ámense unos a otros como yo los he amado.
- Sigo sin entender.
- Es un mandamiento. Dios tiene su manera de amar. De esa manera, como él los ama, quiere que ustedes se amen entre sí. Si huyes de la locura, entonces no podrás amar. Porque lo que es locura para los hombres, es sabiduría para Dios.
Me dejaba helada. En serio lo hacía. O es que había mucho frío en la habitación. Pero su forma de hablar, de expresarse, de explicarme todo cuanto no entendía, era única. No había nadie parecido a él.
Quizás Lucas tenía razón. Yo veía y no creía. Sí. Jesús y Lucas hablaban muy bonito de Dios y todo, pero para mí no era suficiente.
¿Cómo podía estar segura de que no me mentían? ¿Cómo podía saber que lo que decían era cierto y que no estaba yendo por un mal camino? ¿Cómo podía saber qué camino era malo y qué camino era bueno?
- ¿Qué sientes, Alexa?-me preguntó.
- Dudas-fui sincera.
- No me refiero a eso. ¿Qué sientes en tu interior, en tu corazón? ¿Sientes que soy bueno, sientes que soy malo?
- Siento que eres bueno. Siento que esto es bueno.
- Entonces, no tienes dudas.
¿Por qué era tan sabio y yo tan idiota?
- No lo eres-replicó Jesús-. Toda persona tiene sabiduría. Una sabiduría oculta, quizás. Pero la tienen. Tú, también la tienes.
- Escucharte hablar me hace cohibir-confesé, riendo. Él se unió a mis risas, pero la suya resaltaba, porque era realmente melodiosa. Una risa hermosa, digna de él-. ¿Cómo es que sabes tantas cosas?
- He tenido toda la eternidad para aprenderlas-dijo. Sabía que detrás de esa frase había algo más. Algo mucho más divino y más real que cualquier otra cosa. Pero, como antes, quizás todavía no era tiempo de develarlas.
Jesús sonrió, tiernamente, como un niño, y dijo:
- Veo que has aprendido algo, conmigo.
- Es imposible no aprender contigo.
- Nada es imposible.
Ahora tenía otra pregunta sobre el amor. Si es que a eso se le podía llamar de tal manera.
- ¿Es bueno el concubinato?-pregunté.
- El hombre y la mujer han nacido para amarse, pero no para vivir juntos. Los amantes célebres de la historia vivieron siempre separados.
- Entonces, eso incluye el matrimonio, ¿no?
- No-dijo firmemente-. Cuando un hombre y una mujer se casan, pasan a ser como una sola persona. No viven juntos, porque son uno.
Ahora entendía. Entonces, el concubinato no estaba bien. Genial, nunca me gustó eso.
- ¿Me explicarías esa frase que me dijiste de la sensatez, el amor, el no amar…?-si no la había dicho precisamente para mí, entonces, ¿Por qué?
- Aquel que ama, sueña. Aquel que es sensato, es prudente e inteligente. Y es bueno ser sensato, pero no todos son soñadores. Soñar para muchos es locura. Para Dios es un lenguaje. Si no sueñas, pero eres inteligente, sensata, prudente, no puedes amar. Tienes que serlo, pero poder soñar. En el soñar esta la esencia de la vida, que también es el amor. Y el amor es Dios.
- Entiendo.
- Pero, ten cuidado-le di una mirada inquisitiva. No sabía de qué hablaba-. Purifica tu corazón antes de permitir que el amor se asiente en él, ya que la miel más dulce se agria en un vaso sucio.
Eso sí lo entendí. Si mi corazón no es puro, entonces mi amor tampoco lo será. Claro, al principio sí. Pero con el tiempo, se ensuciará con la suciedad de mi corazón. Y a nadie le gusta la miel agria-a mí ni siquiera me gusta dulce, pero es un buen ejemplo eso de la miel-. Todos prefieren la miel dulce, que siempre se mantiene fresca.
- Es exactamente a lo que me refiero-dijo Jesús, con una expresión de orgullo-. Felicitaciones. Has aprendido algo más.
- Tus palabras me dan unas ganas terribles de estar enamorada-confesé. No que me sintiera orgullosa de eso, pero prefería decirlo. Total, igual iba a saberlo.
- Es porque estás creciendo y quieres experimentar el amor. Pero espera. No lo busques con ansias, porque él no es ansioso. Si lo haces, entonces este se alejará de ti. Déjalo que venga solo. Justo como estoy haciendo yo contigo.