agosto 06, 2009

Conversión. Cap 6 (parte 5)

Los días siguientes para mí fueron deprimentes.
Lucas y yo no habíamos hablado desde esa vez, en la ventana. Y tampoco Jesús y yo.
Muchas veces llegaba a sentir que se ponían de acuerdo para hablar los dos conmigo el mismo día, por muy imposible que eso pudiese parecer. Quizás lo era. Si. Tenía que ser eso. O yo me estaba volviendo loca. Aunque la segunda opción es la más probable, en definitiva. ¿Qué tan patético sonaba eso?
Me encaminé a la ventana. Ese pequeño lugar de mi habitación se había convertido en mi lugar favorito de toda la casa. No lograba entender por qué, pero quizás se relacionaba con Lucas. Era como nuestro punto de encuentro.
Afuera estaba cayendo una lluvia torrencial. Era increíble, pero a mi me encantaba.
Abrí la ventana con cuidado y me senté en el alféizar.
Lo único verdaderamente planeado para ese momento era ver la lluvia caer. Nada más. Cuando cesara volvería a mi habitación a no hacer nada.
Pero entonces, Lucas apareció casi por arte de magia.
No apareció junto a mí, pero sí en su ventana.
Me saludó con una sonrisa. Lucía terriblemente hermoso cuando sonreía. No que yo lo notara por eso, solo….era casi inevitable no ver lo bien que se veía cuando sonreía. Más cuando sonreía para mí.
Ahora era su turno. Abrió la ventana y sacó medio cuerpo.
- Lucas…no hagas eso-dije, casi en un susurro, sin mucho interés.
- Tú estás completamente afuera, ¿Cómo es que yo no puedo sacar medio cuerpo?
- Es más probable que te caigas así-aseguré.
Lucas me sonrió de nuevo, pícaro, con ese brillo de misterio en sus ojos azules como el cielo que ocultaban las nubes grises. Aunque en ese momento, lucían de un azul grisáceo, como si quisieran combinarse con el color del cielo.
Lucas dejó su mirada clavada en mí durante lo que pareció una eternidad, pero que en realidad fue solo un segundo.
- ¿puedo sentarme junto a ti?-preguntó.
- Está lloviendo-repliqué.
- ¿Y?
- Bien…supongo que puedes. Pero con cuidado, por favor.
Lucas ejecutó cada movimiento lentamente, con sumo cuidado. Entonces supe que se estaba burlando de mí. Pero yo no era culpable por preocuparme por él. Ser una buena amiga no es motivo de burlas.
Lucas me sonrió cuando llegó hasta mí. Le di un espacio, pero de igual forma era reducido. Mi alféizar no era muy amplio que se diga.
Él se sentó.
- Sabes, este es como nuestro punto de encuentro-comentó, sonriente.
Yo lo miré más allá de extrañada, pero solo pude responder:
- Si…algo así-demasiado ida para mi gusto.
- Dime, ¿Qué has hecho?
- Nada…solo…estar en mi habitación…no he escrito en mi diario desde que encontré la hoja seca…y solo eso.
- ¿Tú nunca vas a la escuela?
- Claro que si.
- Entonces, eso entra en las cosas que has hecho. Ir a la escuela…estudiar…
Reí. No sé por qué, quiero decir, no era gracioso. Pero era Lucas. Y Lucas siempre había sido tan…tan él.
Él rió también. Aunque no entendí por qué. Quizás sería el sonido de mi propia risa lo que causó la de él.
Noté que Lucas era el ser humano más feliz de la tierra. Siempre encontraba una razón para sonreír, no importaba cual fuera. Lucas sonreía en todo momento. Cuando peleamos, luego sonrió. O era solo que estaba tan acostumbrada ya a verlo sonreír que me lo imaginé. Quién sabe. El punto es que como Lucas no hay nadie. Él es la viva imagen de lo que es ser feliz y es realmente extraño. No hay muchas cosas en el mundo que lo molesten. Yo soy una de esas cosas que sí logra molestarlo. Pero es sano pelear de vez en cuando, porque si nos guardamos todo lo que llevamos dentro entonces explotaremos algún día y será horrible.
Ambos permanecíamos en silencio.
- “Cerca de ti, Jesús, yo quiero estar. De tu presencia no me quiero alejar”-empezó a cantar-. “Si decidiera negar mi fe y no confiar nunca más en él. No tengo a donde ir, no tengo a donde ir…”
- ¿Qué cantas?
- Le canto a mi mejor amigo…”Y sin ti mi corazón sediento, se muere, se seca. Cerca de ti, yo quiero estar…”
- Me gusta la canción.
- No es mía-dijo, solamente. Estaba absorto en su canto.
- ¿Me la enseñarías?-pregunté inocente.
Lucas me miró y sonrió, para después asentir.
Al cabo de un rato, cantábamos juntos, con los ojos cerrados:
“Si decidiera negar mi fe
Y no confiar nuca más en él,
No tengo a donde ir
No tengo a donde ir…
Si despreciara en mi corazón
La santa gracia que me salvo
No tengo a donde ir
No tengo a donde ir
Convencido estoy que sin tu amor se acabarían mis fuerzas
Y sin ti mi corazón sediento se muere, se seca
Coro:
Cerca de ti
Yo quiero estar
De tu presencia no me quiero alejar
Cerca de ti Jesús
Yo quiero estar, de tu presencia no me quiero alejar

Si decidiera negar mi fe
Y no confiar nuca más en él,
No tengo a donde ir
No tengo a donde ir…
Si despreciara en mi corazón
La santa gracia que me salvo
No tengo a donde ir
No tengo a donde ir
Convencido estoy que sin tu amor se acabarían mis fuerzas
Y sin ti mi corazón sediento se muere, se seca
Coro:
Cerca de ti
Yo quiero estar
De tu presencia no me quiero alejar
Cerca de ti Jesús
Yo quiero estar, de tu presencia no me quiero alejar
Convencido estoy que sin tu amor se acabarían mis fuerzas
Y sin ti mi corazón sediento se muere, se seca
Cerca de ti, Cerca de ti
Yo quiero estar, (yo quiero estar)
De tu presencia no me quiero alejar (no)
Cerca de ti Jesús (cerca de ti)
Yo quiero estar, (yo quiero estar)
De tu presencia no me quiero alejar
Cerca de ti, cerca de ti
Yo quiero estar, (yo quiero estar)
De tu presencia no me quiero alejar (no)
Cerca de ti Jesús (cerca de ti)
Yo quiero estar, (yo quiero estar)
De tu presencia no me quiero alejar”*
No tardé demasiado en aprenderme la canción.
Cuando terminamos de cantar, ambos nos echábamos a reír.
- es extraño estar aquí contigo-comentó.
- Lo sé…yo soy yo…
Lucas se carcajeó.
- No…quiero decir…bueno, que no es lo mismo. Hemos crecido, pero nos comportamos casi igual…es extraño.
- Nos gustan cosas diferentes.
- Nos interesan cosas diferentes a cuando éramos niños-enfatizó en “interesan”, no se por qué.




*Cerca de ti. Canción de Jesús A. Romero

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