También entendí eso. Un proceso, había dicho él antes. Y un proceso significa que lleva tiempo. Como el amor. El amor debe llegar solo, ¿no? Siempre. Forzarlo solo lo hace…monótono. Le resta pureza, porque ha sido forzado al nacer. Como un bebé, que es sacado del vientre de su madre cuando ésta lleva solo cinco meses de gestación. Ese niño no será tan saludable como uno nacido a su tiempo. Así sucede con el amor forzado. Nunca será un amor completo, porque está arraigado dentro de nosotros contra su voluntad.
Pobre de aquellos que pretenden forzar al amor, porque él no fuerza y no le gusta ser forzado.
Jesús se acomodó sobre mi cama. Yo, inconcientemente, lo imité.
- No todos hacen eso, ¿cierto?-pregunté con inocencia, ahora que recuerdo el tono que usé-. Es por eso que hay tantos divorcios…
- “Por los corzos y por las ciervas del campo, no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera”-recitó Jesús. Me impresionó-. Si. Tienes razón. Aquellas personas que fuerzan al amor, que lo crean de la nada, sin bases, que no lo esperan, son las que sufren más. Yo lo envío cuando es el tiempo indicado. Por ejemplo, el tuyo no es ahora. Te podrás enamorar ahora, sí. Pero no lo recibirás hasta tu tiempo.
- No entiendo eso…
- Todo amor verdadero pasa por pruebas. También será así con el tuyo. Hasta que no superes las pruebas, no podrás recibirlo.
- Oh…
- Aún no entiendes-afirmó.
- No…lo siento.
- Lo entenderás cuando llegue el momento-dijo, sonriendo.
Como casi todo lo que él decía. Siempre iba a ser así, al parecer. Pero supongo que con las vivencias se aprende y que él vendrá a explicarme todo cuando llegue el momento. Quizás ahora soy demasiado inmadura para entender.
Me puse de pie para seguir limpiando. De verdad no me había ayudado en nada.
Empecé a recoger y guardar, estirar y llevar a la ropa sucia. Mi habitación era un verdadero desastre.
Muchas gracias por eso, Lucas.
- Recuerda que te lo advertí-dice él-. No tienes por qué agregar esa frase-Lucas se puso repentinamente a la defensiva-. ¡No estoy a la defensiva!
- Solo intento darle un poco de humor a la historia. No pierdas la paciencia.
- Me estás dejando mal. Además, todo el mundo sabe que te lo advertí.
- ¿Si quito la última frase te quedarás tranquilo?
- Ya el daño está hecho.
- ¡Oh, por favor, Lucas!
Muy bien. Olviden esa última frase. No fue culpa de Lucas, fue mi culpa, porque él me lo advirtió y en mi preocupación desquiciada, accedí a que entrara y acto seguido, ensuciara mi habitación.
- ¿Estás feliz ahora?
- No es lo mismo, Alexa.
- Me llamaste “Alexa”
- Te lo mereces ahora.
- Por el amor a Cristo, Lucas, fue solo una frasecita chiquitita.
- No para mí.
- Tu comportamiento es infantil. Ya no tenemos 9 años, Lucas. Y estamos lejos de tenerlos de nuevo.
- Olvídalo, Alexa. Solo sigue hablando.
- Bien.
Espero continuar sin interrupciones.
En menos de quince minutos estuve lista con mi habitación y exhausta, además.
Jesús me miró sonriente.
- No es tan difícil hacerlo de vez en cuando, ¿o si?
- No…-contesté avergonzada.
Jesús se puso en pie. Sabía lo que vendría a continuación.
- Espero que la próxima vez que te visite, este cuarto esté en el estado en que se encuentra ahora-dijo, firme. No era una broma-. Así que tendrás que mantenerlo así siempre, porque yo no aviso.
- Claro…eso será una ardua misión pero haré lo posible por cumplirla-dije riendo.
- Quizás Lucas pueda ayudar un poco de vez en cuando. Ustedes necesitan ser como antes. Niños de nuevo.
- Eso estará aún más difícil. Pero haré lo posible.
Jesús sonrió nuevamente y se fue. Como o por donde, no sé. Solo sé que se fue.
Me acerqué al mueble de mi ventana. Ya estaba seco. Raro. Mucho. Me senté ahí con mi diario. No sabía qué escribir, pero encontraría algo.
creo que no está muy largo...jeje no importa!:D pa vicente y gaby, que se pasan diciendo que quieren nove y eso...ahí está.
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